La importancia de normalizar la vida de un niño con cáncer
Entre los objetivos de los profesionales del ámbito sanitario y psicosocial se encuentra el de ayudar al niño con cáncer y a su familia a normalizar la vida, ayudándoles a recuperar el control sobre la misma, mientras están sometidos a una situación estresante. Para poder planificar el proceso de normalización, es necesario tener en cuenta el estilo de vida del niño o del adolescente antes del diagnóstico.
Los ámbitos de actuación se centran fundamentalmente en el hospital y en su centro educativo, éste porque es el que le aporta la sensación de continuidad con su vida de siempre y el entorno hospitalario porque debemos conseguir que sea el nexo de unión entre el antes y después del diagnóstico.
La primera hospitalización de niño es la entrada a un ambiente nuevo y extraño que va a formar parte de su vida durante un largo periodo de tiempo. Por lo tanto, favorecer la adaptación al medio hospitalario es fundamental. Debemos conseguir que la experiencia hospitalaria proporcione beneficios al niño, cubriendo la necesidad de socialización que éste tiene y permitiéndole continuar con su desarrollo cognitivo y afectivo.
Los recursos de los que dispone el hospital (aula hospitalaria, animador sociocultural, salas de juegos, bibliotecas, voluntarios…etc.) deben ser aprovechados para el desarrollo de actividades lúdicas y de aprendizaje, ya que la realización de estas tareas es una forma eficaz de optimizar la intervención psicológica consiguiendo los siguientes objetivos:
– Motivar al niño para que mantenga relaciones sociales.
– Evitar conductas de aislamiento y retraimiento.
– Continuar con el proceso educativo.
Dentro del programa de atención psicológica se debe resaltar el apoyo educativo, que se inicia desde el mismo hospital. Amortiguar en la medida de los posible la interrupción de la vida escolar es importante, ya que no sólo implica un déficit en la adquisición de conocimientos académicas sino que afecta a otras áreas como: bienestar emocional, desarrollo personal, relaciones interpersonales e integración en un grupo. La coordinación y comunicación entre los diferentes profesionales que llevan a cabo el apoyo educativo del niño es imprescindible.
La puesta en marcha de estos Programas de Atención Domiciliaria atenúa el retraso escolar que podría haber provocado la hospitalización y sensación de soledad cuando el niño vuelve al colegio, disminuyendo su temor, ansiedad y sensación de sentirse diferente.
Fuentes: «Psico-oncología pediátrica: valoración e intervención» y «Educar a un niño con cáncer: guía para padres y profesores».
Deja una respuesta